Iguala, Guerrero… Ayotzinapa, México; el horror.
Hace algunos años, muchos, mi papá me
invitó a ver una película que él catalogó en la sección de películas terroríficas,
juntos habíamos visto con anterioridad películas como “El exorcista” y “El
resplandor” que me habían parecido excelentes; la película en cuestión, de la
cual no recuerdo el nombre, pero sí la trama, porque años después me dio horas
y horas enteras de ejercicios mentales, cuenta la vida aburrida de un anciano judío
sobreviviente de Auschwitz, en la segunda guerra mundial, el viejo vive en un
pueblo de Oklahoma, en Estados Unidos, el pueblo tiene la peculiaridad de que
las casas se encuentran un tanto distantes una de otra, para poder saludar al
vecino debes caminar un medio kilometro por lo menos y en ese tiempo, principio
de los sesentas, no todas las casas contaban con teléfono y mucho menos con
conexión a internet como sucede el día de hoy, para empezar, eso ya daría un
poco de miedo.
El viejo judío de la historia vive solo sus
últimos días tranquilamente en ese pueblo, cuando un buen día llegan nuevos
vecinos, al parecer, digo al parecer, por lo que sucede después, una joven familia
americana, tres niños y un matrimonio joven, no rentaron la casa, puesto que la
casa pertenecía a los abuelos ya fallecidos del joven esposo, al otro día de la
llegada de la linda familia el anciano va a dar la bienvenida con un pay de
manzana que él mismo hornea, lo recibe la mujer con la mirada un poco triste y
argumenta que está así porque ha tenido que dejar su ciudad y amigos, familia, empleo,
todo por seguir a su marido, quien ve en este cambio una oportunidad de mejorar
económicamente, la joven inicia una relación de alguna manera cercana con el
anciano y él con ella y los niños, lo que sucede después es espantoso, el marido
es un exconvicto, violento, ladrón, que al lograr salir de la cárcel busca a su
esposa quien ya decidió separarse de él, y mediante la violencia la somete con
amenazas y prácticamente la obliga a irse con él.
Muchas casas y edificios gringos tienen
en el sótano un incinerador de basura, en el caso de este pueblo es la regla,
ya que el pueblo al ser pequeño carece de un sistema de recolección de basura y
de un cuerpo de policía, en el pueblo hay tres oficiales y un jefe bonachón; en esos años no abundaba el plástico, la
basura se separa y con los deshechos biodegradables se elaboraba composta que
servía para los animales y las plantas, el papel y demás basura se quema en el
incinerador, el día de hoy continua esa dinámica de eliminación de basura en
muchas partes de Norte América, debido a esto es que el anciano se da cuenta de
que algo no está bien en la casa de los vecinos, el olor que despide la “basura”
que los vecinos queman es lo que le recuerda algo espantoso, él sobrevivió a
los nazis, sabe perfectamente a lo que huele la carne humana quemada hasta
llegar a las cenizas…
Un mal día el hombre enloquece, que ya
había enloquecido y asesina a sus hijos
y esposa y los incinera para deshacerse de la evidencia, el anciano lo
descubre, pero no tiene como probarlo, lo denuncia pero nada pasa, en una
escena intercambian miradas de: Yo sé lo que hiciste y yo sé que sabes lo que
hice, y ahí comienza el terror, la persecución, la siguiente víctima será el
anciano… al final, después de que casi el anciano pierde la vida el asesino cae
preso, no es un final feliz, la justicia llega muy tarde, tiempo después
comprendí lo terrorífico de la trama.
El día de hoy dieciséis de octubre de dos
mil catorce suman ya diecinueve fosas clandestinas, más otras cuatro
encontradas en Iguala Guerrero por las autodefensas, la PGR dice que los
cuerpos encontrados allí no pertenecen a los estudiantes normalistas de
Ayotzinapa, que siguen desaparecidos, y aquí comienza el ejercicio mental de
preguntarme lo siguiente: ¿No es esto terrorífico? ¿Qué pasaría si hechos como
los del dos de octubre de sesenta y ocho ocurrieran en el dos mil catorce?
¿Cómo respondería el sistema judicial mexicano y sus instituciones? ¿Qué haría
la Suprema Corte de Justicia? ¿Los partidos políticos correrían a blindar a sus
miembros en el poder? ¿Sigue el pasado tan presente en México?
Jeremy Rifkin dice en su libro La
civilización empática que el hecho de practicar empatía es lo que ha hecho al
ser humano evolucionar, que el ejercicio de sentir empatía humana es lo que nos
acelera hacia una conciencia global en este mundo en crisis. ¿Hay la suficiente
empatía en México? ¿El gobierno mexicano es empático con sus gobernados? Ya no
digamos capaz, útil, generoso, tan solo preguntemos: ¿Es empático el gobierno,
los empresarios, el pueblo mexicano? Los centroamericanos que conocí en Nueva
York dicen que atravesar México para llegar a Estados Unidos es como atravesar el
infierno, eso, el infierno, es lo que muestra hoy todos esos cuerpos que brotan
de las tumbas clandestinas de Guerrero, parecía que era un asunto de Ciudad
Juárez, muertos irreconocibles por doquier, pero tristemente, terroríficamente parece
que es de verdad un asunto nacional, México está lleno de muertos,
desaparecidos, decapitados, ignorados, olvidados por un Estado incapaz de
procurar justicia.
Denise Dresser le llama a lo que pasa en
México “Amnesia obligada” ignorancia obligada también diría yo, ¿Seguirá en
México presente el pasado? La transparencia necesitada, obligadamente necesaria
no llega, ni llegará mientras un gobernador en México proteja la pederastia,
mientras un partido político cubra, blinde, cobije a un Cuauhtémoc Gutiérrez, no
llegará mientras ese partido político abrace a exgobernadores ilícitamente
millonarios, que legan enormes deudas a quienes sí votaron y no votaron por ellos,
quienes dejan miseria económica a cambio de una pinche despensa… ¿Quién le cree
a Bejarano lo que diga después de que lo vimos llenarse las manos de dinero
sucio, usando ligas para que no se regara, exhibido en red nacional por un
pinche payaso alburero, amarillista que se cree periodista? ¿Seguirá siendo
México un país de políticos corruptos, denunciados y libres? La denuncia en
México pasó a ser escándalo, chisme de redes sociales, en facebook y tuiter se
denuncia al presidente municipal tranza o ratero, al policía que exige y saca
en contubernio con el agente del ministerio público dinero a muchachillos en
patineta, después de que se mira en un video como de la funda de la pistola saca
la bolsita con mota y torpemente se la “siembra” a los adolescentes, que solo
jugaban, mientras los sentencia diciéndoles que “Pos aquí ya se chingaron”, la
criminalización de la juventud, de la pobreza, de la inconformidad siguen
vigentes en México, eso y la incorrecta o inexistente estructuración de medios
de denuncia, la falta de oído de políticos traicioneros, impide en este país
una verdadera democratización, la justicia social es invisible en México, para
el obrero con sueldo de miseria pero con líder sindical millonario, para el
campesino jodido, para el migrante que forzado huye del hambre, para la mujer
violada y juzgada por su manera de vestir o su horario de trabajo en una
agencia del MP.
Hoy nadie apoyó a Aguirre, quien se acoge
a la consulta ciudadana para saber si se va o se queda, por caridad, que
alguien le avise que ya le quemaron el palacio de gobierno, todos se deslindan
del priísta-perredista, del perredista-priísta, toda la política se vuelve difuminada
en sus colores, el dólar sube como hacía mucho no pasaba y a los de hacienda y
economía eso les preocupa; en política como en física no existen espacios vacíos, nunca hay
vacíos de poder, ahí se equivoca Peña Nieto, el espacio vació de poder legal,
sea chico o grande es gobernado por alguien más, en el caso de México gobierna
el narco, en muchos casos en complicidad con el gobierno, municipal o estatal.
¿En cuántos pueblos abundan las fosas
clandestinas? ¿Qué se necesita para ser empáticos con el terrible suceso de los
normalistas de Ayotzinapa Guerrero? Si hoy vas a una plaza comercial y
preguntas entre los que ahí compran acerca de lo sucedido en Iguala a la
mayoría les vale madre, ¿Por qué les vale madre? Hoy no es tiempo de celebrar
el cambio en México, está visto que a donde se mueve México no es conveniente
para nadie, México no se mueve, el pasado sigue aquí, con la peculiaridad de
que hoy no solo existen los periodistas pagados que solo hablan de un día
soleado en medio de una masacre, México es un país que descuida y no protege a
su niños ni a sus jóvenes y eso es terriblemente peligroso, puede orillar a una
catástrofe social; junto a los familiares de los cuarenta y tres desaparecidos
de Ayotzinapa están las familias de los desaparecidos el dos de octubre de
sesenta y ocho, las viudas de Acteal, los deudos de Aguas Blancas, los de
Tlatlaya, las muertas de Juárez, los mineros, los que discreparon políticamente
con el Estado y fueron desaparecidos, borrados, extinguidos. Mi abuela María le
confeccionaba ropa a Rosario Ibarra de Piedra y a su esposo, después de la
noche de Tlatelolco nunca volvió a ver a su hijo, nunca ha sabido si está
muerto o recluido en alguna cárcel clandestina, nunca le dieron una tumba en
donde llorar, a donde llevar flores, a donde prometer justicia.
El gobernador Aguirre supo que la policía
balaceaba estudiantes pero no mandó a la policía estatal porque el presidente
municipal no contestó el teléfono, la balacera sucedió a dos o tres cuadras de
la zona militar, todo esto lo sabían los de arriba, pero no saben dónde está el
presidente municipal de Iguala y su esposa, que siguen a salto de mata, quienes
presuntamente gobernaban de la mano del narco, ¿Qué dicen realmente los
interrogatorios a los policías municipales de Iguala que fueron enviados a
asesinar a los normalistas? ¿De verdad nadie sabe? ¿Nunca supo nada el CISEN? Hoy
creo firmemente que quienes pudieran cambiar el rumbo de este país no están
interesados, pero ¿A quién le conviene todo esto? ¿Quién se beneficia?.
Gilberto Rincón Gallardo escribió acerca
de los que mataron en el sesenta y ocho: “Podían haberlos detenido. Podían
haberlos consignado. Podían haberlos juzgado” Los mataron, los desaparecieron. La
vida cotidiana está salpicada de sufrimiento, de tensiones, de injusticias y de
delitos, en general también abunda en actos sencillos de generosidad y bondad.
Los actos que brindan consuelo y compasión y eso muchos lo sabemos, engendran
buena voluntad, forman vínculos sociales y traen un poco de alegría a la vida
de la gente, gran parte de las interacciones diarias con nuestros semejantes
son empáticas, porque ello forma parte de nuestra naturaleza, la empatía es el
medio por el que creamos vida social y hacemos que progrese la civilización, en
resumen, la extraordinaria evolución de la conciencia empática es la narración
por excelencia que subyace en la historia humana.
Empatía humana, los normalistas de
Ayotzinapa se la merecen.
Luis Augusto Martínez.
Dieciséis de octubre de dos mil catorce.