jueves, 16 de octubre de 2014

Iguala, Guerrero… Ayotzinapa, el horror.

Iguala, Guerrero… Ayotzinapa,  México; el horror.

      Hace algunos años, muchos, mi papá me invitó a ver una película que él catalogó en la sección de películas terroríficas, juntos habíamos visto con anterioridad películas como “El exorcista” y “El resplandor” que me habían parecido excelentes; la película en cuestión, de la cual no recuerdo el nombre, pero sí la trama, porque años después me dio horas y horas enteras de ejercicios mentales, cuenta la vida aburrida de un anciano judío sobreviviente de Auschwitz, en la segunda guerra mundial, el viejo vive en un pueblo de Oklahoma, en Estados Unidos, el pueblo tiene la peculiaridad de que las casas se encuentran un tanto distantes una de otra, para poder saludar al vecino debes caminar un medio kilometro por lo menos y en ese tiempo, principio de los sesentas, no todas las casas contaban con teléfono y mucho menos con conexión a internet como sucede el día de hoy, para empezar, eso ya daría un poco de miedo.
      El viejo judío de la historia vive solo sus últimos días tranquilamente en ese pueblo, cuando un buen día llegan nuevos vecinos, al parecer, digo al parecer, por lo que sucede después, una joven familia americana, tres niños y un matrimonio joven, no rentaron la casa, puesto que la casa pertenecía a los abuelos ya fallecidos del joven esposo, al otro día de la llegada de la linda familia el anciano va a dar la bienvenida con un pay de manzana que él mismo hornea, lo recibe la mujer con la mirada un poco triste y argumenta que está así porque ha tenido que dejar su ciudad y amigos, familia, empleo, todo por seguir a su marido, quien ve en este cambio una oportunidad de mejorar económicamente, la joven inicia una relación de alguna manera cercana con el anciano y él con ella y los niños, lo que sucede después es espantoso, el marido es un exconvicto, violento, ladrón, que al lograr salir de la cárcel busca a su esposa quien ya decidió separarse de él, y mediante la violencia la somete con amenazas y prácticamente la obliga a irse con él.
      Muchas casas y edificios gringos tienen en el sótano un incinerador de basura, en el caso de este pueblo es la regla, ya que el pueblo al ser pequeño carece de un sistema de recolección de basura y de un cuerpo de policía, en el pueblo hay tres oficiales y un jefe bonachón;  en esos años no abundaba el plástico, la basura se separa y con los deshechos biodegradables se elaboraba composta que servía para los animales y las plantas, el papel y demás basura se quema en el incinerador, el día de hoy continua esa dinámica de eliminación de basura en muchas partes de Norte América, debido a esto es que el anciano se da cuenta de que algo no está bien en la casa de los vecinos, el olor que despide la “basura” que los vecinos queman es lo que le recuerda algo espantoso, él sobrevivió a los nazis, sabe perfectamente a lo que huele la carne humana quemada hasta llegar a las cenizas…
      Un mal día el hombre enloquece, que ya había enloquecido y  asesina a sus hijos y esposa y los incinera para deshacerse de la evidencia, el anciano lo descubre, pero no tiene como probarlo, lo denuncia pero nada pasa, en una escena intercambian miradas de: Yo sé lo que hiciste y yo sé que sabes lo que hice, y ahí comienza el terror, la persecución, la siguiente víctima será el anciano… al final, después de que casi el anciano pierde la vida el asesino cae preso, no es un final feliz, la justicia llega muy tarde, tiempo después comprendí lo terrorífico de la trama.
      El día de hoy dieciséis de octubre de dos mil catorce suman ya diecinueve fosas clandestinas, más otras cuatro encontradas en Iguala Guerrero por las autodefensas, la PGR dice que los cuerpos encontrados allí no pertenecen a los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que siguen desaparecidos, y aquí comienza el ejercicio mental de preguntarme lo siguiente: ¿No es esto terrorífico? ¿Qué pasaría si hechos como los del dos de octubre de sesenta y ocho ocurrieran en el dos mil catorce? ¿Cómo respondería el sistema judicial mexicano y sus instituciones? ¿Qué haría la Suprema Corte de Justicia? ¿Los partidos políticos correrían a blindar a sus miembros en el poder? ¿Sigue el pasado tan presente en México?
      Jeremy Rifkin dice en su libro La civilización empática que el hecho de practicar empatía es lo que ha hecho al ser humano evolucionar, que el ejercicio de sentir empatía humana es lo que nos acelera hacia una conciencia global en este mundo en crisis. ¿Hay la suficiente empatía en México? ¿El gobierno mexicano es empático con sus gobernados? Ya no digamos capaz, útil, generoso, tan solo preguntemos: ¿Es empático el gobierno, los empresarios, el pueblo mexicano? Los centroamericanos que conocí en Nueva York dicen que atravesar México para llegar a Estados Unidos es como atravesar el infierno, eso, el infierno, es lo que muestra hoy todos esos cuerpos que brotan de las tumbas clandestinas de Guerrero, parecía que era un asunto de Ciudad Juárez, muertos irreconocibles por doquier, pero tristemente, terroríficamente parece que es de verdad un asunto nacional, México está lleno de muertos, desaparecidos, decapitados, ignorados, olvidados por un Estado incapaz de procurar justicia.
      Denise Dresser le llama a lo que pasa en México “Amnesia obligada” ignorancia obligada también diría yo, ¿Seguirá en México presente el pasado? La transparencia necesitada, obligadamente necesaria no llega, ni llegará mientras un gobernador en México proteja la pederastia, mientras un partido político cubra, blinde, cobije a un Cuauhtémoc Gutiérrez, no llegará mientras ese partido político abrace a exgobernadores ilícitamente millonarios, que legan enormes deudas a quienes sí votaron y no votaron por ellos, quienes dejan miseria económica a cambio de una pinche despensa… ¿Quién le cree a Bejarano lo que diga después de que lo vimos llenarse las manos de dinero sucio, usando ligas para que no se regara, exhibido en red nacional por un pinche payaso alburero, amarillista que se cree periodista? ¿Seguirá siendo México un país de políticos corruptos, denunciados y libres? La denuncia en México pasó a ser escándalo, chisme de redes sociales, en facebook y tuiter se denuncia al presidente municipal tranza o ratero, al policía que exige y saca en contubernio con el agente del ministerio público dinero a muchachillos en patineta, después de que se mira en un video como de la funda de la pistola saca la bolsita con mota y torpemente se la “siembra” a los adolescentes, que solo jugaban, mientras los sentencia diciéndoles que “Pos aquí ya se chingaron”, la criminalización de la juventud, de la pobreza, de la inconformidad siguen vigentes en México, eso y la incorrecta o inexistente estructuración de medios de denuncia, la falta de oído de políticos traicioneros, impide en este país una verdadera democratización, la justicia social es invisible en México, para el obrero con sueldo de miseria pero con líder sindical millonario, para el campesino jodido, para el migrante que forzado huye del hambre, para la mujer violada y juzgada por su manera de vestir o su horario de trabajo en una agencia del MP.
      Hoy nadie apoyó a Aguirre, quien se acoge a la consulta ciudadana para saber si se va o se queda, por caridad, que alguien le avise que ya le quemaron el palacio de gobierno, todos se deslindan del priísta-perredista, del perredista-priísta, toda la política se vuelve difuminada en sus colores, el dólar sube como hacía mucho no pasaba y a los de hacienda y economía eso les preocupa; en política como en  física no existen espacios vacíos, nunca hay vacíos de poder, ahí se equivoca Peña Nieto, el espacio vació de poder legal, sea chico o grande es gobernado por alguien más, en el caso de México gobierna el narco, en muchos casos en complicidad con el gobierno, municipal o estatal.
      ¿En cuántos pueblos abundan las fosas clandestinas? ¿Qué se necesita para ser empáticos con el terrible suceso de los normalistas de Ayotzinapa Guerrero? Si hoy vas a una plaza comercial y preguntas entre los que ahí compran acerca de lo sucedido en Iguala a la mayoría les vale madre, ¿Por qué les vale madre? Hoy no es tiempo de celebrar el cambio en México, está visto que a donde se mueve México no es conveniente para nadie, México no se mueve, el pasado sigue aquí, con la peculiaridad de que hoy no solo existen los periodistas pagados que solo hablan de un día soleado en medio de una masacre, México es un país que descuida y no protege a su niños ni a sus jóvenes y eso es terriblemente peligroso, puede orillar a una catástrofe social; junto a los familiares de los cuarenta y tres desaparecidos de Ayotzinapa están las familias de los desaparecidos el dos de octubre de sesenta y ocho, las viudas de Acteal, los deudos de Aguas Blancas, los de Tlatlaya, las muertas de Juárez, los mineros, los que discreparon políticamente con el Estado y fueron desaparecidos, borrados, extinguidos. Mi abuela María le confeccionaba ropa a Rosario Ibarra de Piedra y a su esposo, después de la noche de Tlatelolco nunca volvió a ver a su hijo, nunca ha sabido si está muerto o recluido en alguna cárcel clandestina, nunca le dieron una tumba en donde llorar, a donde llevar flores, a donde prometer justicia.
      El gobernador Aguirre supo que la policía balaceaba estudiantes pero no mandó a la policía estatal porque el presidente municipal no contestó el teléfono, la balacera sucedió a dos o tres cuadras de la zona militar, todo esto lo sabían los de arriba, pero no saben dónde está el presidente municipal de Iguala y su esposa, que siguen a salto de mata, quienes presuntamente gobernaban de la mano del narco, ¿Qué dicen realmente los interrogatorios a los policías municipales de Iguala que fueron enviados a asesinar a los normalistas? ¿De verdad nadie sabe? ¿Nunca supo nada el CISEN? Hoy creo firmemente que quienes pudieran cambiar el rumbo de este país no están interesados, pero ¿A quién le conviene todo esto? ¿Quién se beneficia?.
      Gilberto Rincón Gallardo escribió acerca de los que mataron en el sesenta y ocho: “Podían haberlos detenido. Podían haberlos consignado. Podían haberlos juzgado” Los mataron, los desaparecieron. La vida cotidiana está salpicada de sufrimiento, de tensiones, de injusticias y de delitos, en general también abunda en actos sencillos de generosidad y bondad. Los actos que brindan consuelo y compasión y eso muchos lo sabemos, engendran buena voluntad, forman vínculos sociales y traen un poco de alegría a la vida de la gente, gran parte de las interacciones diarias con nuestros semejantes son empáticas, porque ello forma parte de nuestra naturaleza, la empatía es el medio por el que creamos vida social y hacemos que progrese la civilización, en resumen, la extraordinaria evolución de la conciencia empática es la narración por excelencia que subyace en la historia humana.
      Empatía humana, los normalistas de Ayotzinapa se la merecen.

  Luis Augusto Martínez.

 Dieciséis de octubre de dos mil catorce.