Tarde noche en el metro de Nueva York.
A mi
Pater, que siempre me ha amado.
En el año 2006, a mediados del mes de
agosto, me encontraba en una reunión muy sui géneris en Brooklyn Nueva York,
allá por el rumbo de la calle 50 y la quinta avenida, (La de Brooklyn, no en la
famosa 5ª. Avenida de Manhattan) es esta, una zona muy “Latina”, muy “Hispana”, en dicha
reunión, algunos hombres, en su mayoría mexicanos (Había algunos guatemaltecos
y hondureños, además de uno o dos dominicanos) tomaban en orden la palabra,
hablaban de muchos temas pero lo que llamó más mi atención fue que, al tener la
oportunidad de hablar lo hacían para atacar a un paisano, José, un poblano
chaparrito y prieto que sin el menor titubeo escuchaba los ataques a su persona.
Al buen José le llamaban de todo, presumido,
ególatra, soberbio, le tiraban de todos lados y él aguantaba vara. La reunión
terminó, alegremente y sin dudarlo me acerqué a José que ya se preparaba para
irse; quería preguntarle la razón de tanto ataque y como podía él soportar casi
con gusto como lo atacaban.
-¿Por qué no te defiendes José? Yo, ya los
hubiera mandado a la chingada.
- Vámonos, en el camino te explico.
Yo, iba hacía la calle 86, justo a donde está
el puente Verrazano para cruzar a Staten Island, o sea hacía el sur, pero José
iba para el Bronx, hacía el norte y tenía que cruzar todo Manhattan para llegar
a su casa, una hora de camino.
-Vamos
juntos hasta la 34 en Manhattan y de ahí tú te retachas, mientras platicamos y
te explico- Me dijo el buen José, acepté, la estación de la 34 era algo así como la mitad del
camino.
Nos trepamos al tren local, ese que va haciendo
paradas en cada una de las estaciones, encontramos a esa hora el vagón vacío y comenzamos
a platicar. José me dijo que en la reunión muchos ni lo conocían, pero lo
juzgaban por su aparente nivel de vida, por sus logros, él no presumía pero
eran suyos y mucho trabajo le habían costado.
José
me contó: -Llegué a NY en los 80s, conseguí trabajo en una frutería de 7 de la
mañana a 9 de la noche, salía de trabajar y me iba a clases de inglés, aprendí
a hablarlo y escribirlo, desde el primer año aquí, pago impuestos, me legalicé
en la amnistía del presidente Regan, nunca he tenido líos con la policía ni con
vecinos y menos con quien me ha rentado un lugar para vivir, hoy trabajo en el
World Trade Center, en un cubículo muy sencillo, trabajo en bienes raíces, vivo
modestamente, trabajo duro a diario pero esta gente cree que trabajo con
millonarios y yo solo hago ventas por internet, no sé qué se imaginen…
-¿Y por qué no les dices nada?
-No tiene caso, yo sé lo mío, que piensen lo
que quieran.
-¿Y qué caso tiene escucharlos? Parece que
hacen catársis contigo.
-Vengo cada 2 meses a estas reuniones, yo me
reúno con otros amigos allá en el Bronx y me la llevo tranquila.
-¿Y para que vienes? ¿Te gusta que te traten
mal?
-Vengo
para que no se me olvide en lo que no quiero convertirme.
Al llegar a la estación de la 34 nos
despedimos, prometimos llamarnos para volvernos a ver y comer pozole, aun no lo
hemos hecho.
Serían las once de la noche, en la 34 yo
esperaba el tren R que me llevaría de regreso a la 86 en Bay Ridge, pasaban los
minutos y nada, todavía no conocía yo muy bien la intrincada red de transporte
metropolitano de Nueva York, pero estaba seguro que por ese anden pasaría el R… Allí en lo alto había un letrero que aseguraba que el tren R pasaba por ahí, pero no, pasaba el Q, el N, el 1, pero nada del R, comencé a desesperarme y con
la desesperación llegaron las maldiciones (En voz alta y en español) poco a
poco la estación se fue quedando casi vacía, de pronto, de la nada apareció un policía, que seguramente ya tenía rato observándome, en esta ciudad siempre están esperando a que pase
algo lo que hace que la policía sea medio “sospechosista”, amablemente me
preguntó en inglés: -¿Todo en orden? Veo que tiene rato esperando- (Ya era la
1:00am) –Espero el tren R, voy a la 86, contesté. –El R deja de pasar por aquí
tarde noche, toma el N hasta la 53 y ahí espera el R que viene desde la 95 y se
regresa. -¿Tarde noche? ¿A qué hora es tarde noche? Pregunté asombrado. –Depende
señor. -¿Depende de qué? – De muchas cosas, a veces es a las diez a veces a
media noche. –Ok pero, ¿Qué significa exactamente “Tarde noche”? –Le acabo de
decir que eso depende. -¿Depende de qué? –Ya le dije que de muchas cosas. –Gracias
oficial, dije y me subí al N que iba llegando.
Esta es la historia de un mexicano de Puebla
que con esfuerzo, sacrificio y disciplina logró salir adelante en un país tan difícil
como los Estados Unidos, en una ciudad tan complicada como Nueva York y es
también la historia de su paisano, necio y preguntón. (Sigo sin entender el término
“Tarde noche en el metro de NY)
Luis Martínez, Brooklyn NY. Agosto de 2010.